sábado, 12 de febrero de 2011

Los Intereses de la Seguridad Ciudadana

Vemos con preocupación que contra la inseguridad y la violencia que nos agobia y que nos ha puesto en el primer lugar por tener los niveles más altos en percepción y victimización de la delincuencia, ciertos gobernantes se empeñan en seguir utilizando obsoletos procedimientos, medianamente eficaces en otros tiempos, pero no ahora en que el contexto nos presenta nuevos y diferentes escenarios.
Aparentemente tenemos una gobernabilidad que no tiene la capacidad suficiente para encontrar mejores soluciones y que ante su ineficacia suele decirnos que con más recursos y más policías en las calles se resuelve el problema pero al final de la inversión y de mayor presencia policial el problema sigue igual o peor que antes. Es innegable que se trata de un asunto de gobernabilidad y lo urgente es detener la creciente inseguridad y la violencia que cada día parece más incontrolable, pero además, es importante que los gobernantes (gobierno central y gobiernos locales) incluyan en sus administraciones a asesores expertos en seguridad, algo que no parece importarles mucho.
Pero el problema va mas allá de la contratación de los expertos porque si bien es cierto muy poco se puede hacer cuando no se sabe qué hacer, menos resultados y logros habrán cuando no se quiere cambiar la manera de hacer las cosas y peor aún, cuando de por medio existen intereses personales o determinadas orientaciones de trabajo dirigidas a satisfacer planteamientos o propuestas políticas.
Por ejemplo si el objetivo principal de la policía es velar por la tranquilidad de los ciudadanos, defender las garantías y el cumplimiento de las leyes, entonces, ¿Por qué el ciudadano desconfía de la policía?; la razón es que las estrategias para disminuir la delincuencia que se vienen utilizando en el país, han venido dejando de lado deliberadamente la relación del policía con la sociedad, porque actualmente otros son los intereses de la seguridad ciudadana.
Basta con observar el comportamiento de los policías en las calles mostrando un perfil eminentemente reactivo frente al delito, es decir intervienen después que el delito se ha cometido y detienen a las personas cuando se encuentran requisitoriadas o cuando han sido sorprendidas en flagrante delito.
Ese es el modelo del Policía del Siglo XXI que se tiene hasta la fecha y resulta evidente los intereses de la seguridad ciudadana porque lo vemos a diario en los medios de comunicación, frente a la incapacidad de la gobernabilidad para elaborar políticas públicas contra el crimen, es el mismo Poder Ejecutivo a través de su Ministro del Interior, quien aparece ahora como ente político y planificador de las operaciones policiales aprovechando que bajo su dependencia se encuentra la Policía Nacional para explotar al máximo sus resultados a favor de la imagen del partido político gobernante.
No se privilegia la prevención del delito porque no permite titulares sensacionalistas, no obstante, es la principal función de la policía.
El nivel de recelo es tal, que se aprueba la gestión policial solo en función de logros objetivamente puestos a la vista y si no los hay se exige mayor trabajo, más policías, más apoyo logístico, endurecimiento de leyes, etc., con lo cual se le hace el juego perfecto a la ineficacia y a la incapacidad de la gobernabilidad.

Publicado por: HUGO MÜLLER.
mullerabogados@hotmail.com

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